la consecuencia
sitio de Ana María Cano y Héctor Rincón

Perfil de Antonio Caro.
Periódico El Mundo.
Junio 1979

Me viene una idea cada año

Por Ana María Cano

Antonio Caro pasó por Medellín y rodó en la Galería Finale el último audio-visual que presentó en el Primer Festival de Arte de Vanguardia realizado en Barranquilla en abril pasado. 

Más que hablar con Caro, su interlocutor se pasma: no puede creer que esté hablando en serio quien despacha a los tajos su obra, su vida, el arte y todo esos que vuelven las caras de los entrevistados serias y enciclopédicas. Pero sí. Las cosas importantes no siempre hay que encorbatarlas para que lo sean. 

8 años, 8 ideas

“Cómo no voy a estar hablando en serio si llevo 8 años trabajando en estas cosas y es lo único que tengo”, dice Caro que ha sorprendido con un “impecable arte conceptual” a los otros mientras él está “haciendo jueguitos”. 

“Como yo soy como bruto me baja una idea por año y esa misma la machaco hasta cansar la gente. En eso todavía me queda algo de la publicidad que hice en una agencia en Bogotá.” El orden en que le “han bajado las ideas” en los ocho años ha sido así: 

Su primera obra fue un “Homenaje Tardío de los Amigos de Zipaquirá, Manaure y Galerazamba” y consistía en un busto de Carlos Lleras Restrepo tallado en sal con unos anteojos de verdad, metido en una urna donde en medio de la exposición se le echó agua para disolverlo. 

Eso era en el año 70 y en el Salón Nacional de Artes Visuales. “Se totió la urna y a la gente eso le causó simpatía. Me hice popular”. 

Después hizo grabados en copias Xerox con postales y dibujitos que la gente contemplaba. También en una plancha de sal grabó la palabra sal y “los críticos salieron con que era conceptualmente impecable. Para mi era un jueguito una búsqueda formal”. 

Más tarde tomó cartulinas hasta formar letreros gigantescos por ejemplo uno de diez metros que decía: “Aquí no cabe el arte” para otra exposición seria. La gente se aguanta “el sablazo” de Caro e incluso lo espera para “ver con qué sale”. 

En la Galería Belarca de Bogotá, un principio de año de paredes sucias y artistas en vacaciones, Caro resolvió hacer la primera exposición pintada en la pared. Literalmente: con témperas y pinceles llenos de matas de maíz de donde salían unas letras enormes y góticas que aconsejaban: “defienda su talento”. 

“Después invité gente para limpiar las paredes”. 

La otra idea que vino fue el imperialismo. “Dizque me politicé, decían y en una pancarta de seda roja con letras blancas de papel de 25 metros de largo puse: ‘el imperialismo es un tigre de papel’, me conseguí un rollo de esos grandes de papel periódico y siluetas de tigre colgadas del techo. Ahí quedó. Creo que es primero el nombre de una exposición que la obra”. 

“Después de eso se me fue secando la cabeza”. Tal vez por asociación (así con cables que casi se ven, vienen unidas las ideas de Antonio Caro) la pancarta roja y blanca trajo el logotipo de Coca-Cola. El premiado. “Era una cartulina y papel cometa pegado y era preciso: Colombia tenía ocho letras, Coca-Cola también, ambas comenzaban por cé. 

El problema eran la m y la b que no las conocía porque el emblema no las tenía”. 

“Como la idea era buena la comencé a repetir y la misma gente me dijo que lo seguía de la Coca-Cola era Marlboro. Era bobo y evidente. Y me pasé al Marlboro. Hasta hice un audiovisual con cartones de esos en los árboles y formando un letrero gigantesco que decía Colombia. La música era salsa de La Fania”. 

Dos ideas más

En 1975, Antonio Caro hizo unos carteles impresos en papel periódico que decían “EN 1975 TODO ESTÁ MUY CARO” con unas matas de maíz (también esas se repiten) en fila arriba y abajo. Las presentó sobre tablas como una cartelera de escuela y las que imprimió en papel fino las firmó como grabados. 

“Porque me gusta hacerme propaganda y que mi obra se reparta”. 

La gente seguía esperando el próximo apunte de Caro, Marta Traba consideraba su trabajo en los comentarios: “es más por consideración que por un verdadero gusto por mi obra” dice Caro. 

“Ahora decidí dejar de hacer bromas y meterme con el indigenismo. He hecho una exposición como homenaje a Quintin Lane el caudillo indígena del Cauca que con clarividencia hizo un resguardo en Chaparral y luchó entre el año 10 y el 40 para que la legislación indígena tuviera vigencia, perseguido por el presidente Valencia de entonces y los hacendados. De él tomé la firma y puse motivos indígenas. Esto tiene que ver con el arte, la sociología, la etnografía y queda uno bien con todos. Pero de verdad esto es terriblemente importante”. 

Los audio-visuales que hace están tomando un curso raro que le gusta. Las fotografías no las toma él, las dirige y el montaje y la música son su obra. con ellos busca “picar” a la gente. Por eso seguirá con los audio-visuales y el tema de Quintin Lane que “me tiene que dar para rato.A Barranquilla no puedo volver hasta que no tenga otra idea”. 

Este desenfado es el mismo que ha dado en Barranquilla, una ciudad “tan elitista y tan superficial un grupo de vanguardia como El Sindicato, con gente común y corriente que han crecido por reacción a la comodidad y la belleza”. 

Antonio Caro en su obra como personalmente desarma con esa forma de “aterrizarle” a las cosas. Por eso con mucha circunspección y respeto, la gente recibe sus bofetadas. Porque en el fondo, son en serio. 

23 de junio de 1979