María Teresa Uribe
Un homenaje le rindió cuentas a la más reconocida y productiva intelectual antioqueña. Genio y figura al servicio de una pasión
Un eslabón en la cadena que une el pasado con el presente. Es ella. Intelectual imprescindible capaz de unir rigor científico con sentido común. Maestra honda de los cien o más que en Antioquia investigan el por qué somos así cuando estamos juntos. María Teresa Uribe recibió el aplauso del Paraninfo de la Universidad de Antioquia pleno el día del homenaje que le hizo la Corporación Región (organismo no gubernamental que hereda sus tares investigativas) cuando lanzaron el libro Nación, ciudadano y soberano que compendia sus principales ensayos en los últimos 15 años. Su tradicional mochila y el vacío de vanidad, la hicieron tomar aquella multitudinaria reunión como otra tertulia intelectual de las que alienta en su oficina de la Universidad de Antioquia, o en mesas directivas de entidades que la llaman para aclarar una situación que tenga que ver con el conflicto.
Esta mujer está abonada por una vida familiar grata e interesante. En su casa paterna Eduardo, médico masón, su papá, estudió en París y sembró liberalidad en el pensamiento y crítica como autonomía en esta niña bien de Pereira, que internaron en el Sagrado Corazón de Manizales y salió a casarse con un intelectual conservador, a tener tres hijos y llegar tarde a la carrera de sociología en la Bolivariana en Medellín cuando las trincheras explotaban. En una licitación para contratar nuevos profesores para la Universidad de Antioquia para la destitución de los antiguos como enemigos del sistema, María Teresa cayó a la tambaleante facultad de sociología con otros intelectuales que hicieron la semilla del pensamiento regional de Medellín y ha dado frutos en un instituto de estudios regionales y otro de estudios políticos, y por fuera de la universidad en organismos de investigación y de acción. En la Consejería Presidencial para Medellín, María Teresa Uribe tuvo la ocasión de unir realidad con pensamiento como ya lo había hecho antes cuando Planeación la contrató para hacer un plan de desarrollo que le mostró este departamento como las palmas de sus manos. Tras recorrer el campo en el que cifró toda su curiosidad investigativa, encontró en los sótanos de la biblioteca central de la Universidad de Antioquia las raíces del poder regional. Descubrió el proyecto ético político que crearon los que llamó “intelectuales orgánicos” de Antioquia, que dio forma consiente a la región, y siguió los pasos a os disidentes. Cuenta Ana María Jaramillo, investigadora que reconoce a María Teresa Uribe un faro de conocimiento social, que ella ha encontrado las claves: contrapunto de lo regional con lo local y de lo privado con lo público en la construcción de la nación colombiana aún incipiente; el proyecto ético y político que la élite local hizo en alianza con la iglesia católica y se hizo trizas cuando entró el narcotráfico a desafiar el vacío de una sociedad que incluya y no excluya; las tensiones del proceso de ciudanía mestiza que mezcla la política y la guerra; largos estados de guerra en Colombia por obra de confrontaciones recurrentes de insurgencias a la que les sale su contrainsurgencia, con la erosión del estado hecha por órdenes alternos que pretenden volverse soberanos. Al remate de este menú, los desplazados, producto del conflicto entre territorio y pueblo. Cruciales discusiones con las que ha llegado a ser voz oída en constante contrapunto con lugares comunes, mitos e ideas hechas que han taponado las venas del pensamiento local. Golpes severos los recientes en su vida, cuando vio asesinado a su entrañable compañero de investigaciones Hernán Henao, y a otros de su trayectoria intelectual junto a los dolores de esta época de arruine anímico y económico, cuando la energía y decisión de María Teresa para seguir su tarea han sido el bastón para la reflexión que no cede a la confusión ambiental. Ella ha encontrado razones intelectuales para ser pesimista y hechos vitales para ser optimista en el contacto con la gente. Su vida ha armonizado la esfera privada de sus hijos, su pareja, sus amigos, con la pública de pensadora y oradora en claves de discusión que puede abrir en la región del dogma y el prejuicio. Aire deliberador y legado de palabras pensadas están en el haber de Antioquia por obra de María Teresa Uribe. Esa que va ahí de mochila, fumando desgarbada, riéndose de ella misma. Otros la siguen.
Mayo 2001